Artropatía neuropática

sábado, 29 de septiembre de 2007

Llamada también «articulación de Charcot», es una entidad que se sale de lo usual en cuanto a los síntomas y signos de cualquier patología musculoesquelética. Se trata de una rápida destrucción de una articulación —frecuentemente de la rodilla— producida por tres condiciones fundamentales: escaso umbral del dolor de la persona afectada, baja sensibilidad postural e intervención de la inervación que da mantenimiento a la estabilidad de las estructuras; esto último deberá buscarse desde el inicio porque es la base gestora del cuadro.
Éste da inicio por una baja sensibilidad al dolor profundo, lo cual permite que traumatismos o pequeñas fracturas en la articulación se mantengan sin ser advertidos por el paciente. Aquí cabe aclarar que al crecer el flujo sanguíneo en el hueso por la vasodilatación refleja que provoca una resorción ósea, es cómo se puede dar origen a la producción de fracturas.
El avance de la enfermedad se hace más activo por la hipotonía muscular, la laxitud de los ligamentos y la distensión de la cápsula articular debida al derrame y, en otras ocasiones, a los cristales de pirofosfato que se forman. Avanzando el cuadro, se tiene la impresión inicial de que pudiera tratarse de osteoartrosis.
En esta patología se encontrará dolor moderado, derrame importante —muchas veces hemático—, así como inestabilidad de la articulación. Al llegar a esta fase puede detectarse subluxación o luxación abierta de carácter agudo.
Una de las características de la artropatía neuropática, que sirve para el diagnóstico diferencial, es que ésta progresa más rápidamente que la osteoartritis; esta velocidad se traduce en que, en muy corto tiempo, la articulación puede llegar a manifestar una desorganización completa. Otro aspecto es que suele haber cambios hipertróficos o destructivos, o incluso encontrarse al mismo tiempo ambos signos.
Ya avanzada la enfermedad, el dolor se torna leve, a diferencia de lo que cabría esperar por el nivel de destrucción articular. Solamente las molestias serán intensas si existen fracturas periarticulares o hematomas a tensión. Otro signo es el de que la articulación aumenta de tamaño por la hipertrofia ósea y el derrame sinovial masivo.
También hay que considerar que al fracturarse las estructuras óseas, al interior de la articulación se sueltan secciones de cartílago o hueso, las cuales producen un ruido característico al mover la región, lo cual llama la atención del paciente y del clínico.
Existe el conocimiento de que hay tres enfermedades que intervienen en el desencadenamiento y el agravamiento de la artropatía neuropática: diabetes mellitus, sífilis dorsal y siringomielia. Incluso en los estudios al respecto se han llegado a ubicar los trastornos que cada una provoca: la primera se instala en los pies, la segunda en rodilla y cadera, y la tercera en codo y hombro.
Las placas radiográficas suelen mostrar una articulación en proceso de destrucción, tumefacta y con subluxación de sus superficies, observándose algunas veces calcificación y osificación de los tejidos blandos.
Las complicaciones pueden llevar hasta a la artritis séptica y la compresión de estructuras adyacentes (como vasos sanguíneos y nervios), por ello se recomienda practicar una artrocentesis, enviando a cultivo el líquido sinovial.
Como un mecanismo de prevención del avance del padecimiento, sobre todo si está en sus comienzos, se indica la inmovilización con férula, lo cual facilita la posible remisión del cuadro, aparte de instaurar una terapia con medicamentos antiinflamatorios. 2007

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